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viernes, 4 de junio de 2010

Capítulo 5

Mi cabeza... Notaba como millones de agujas miscroscópicas hacían presión en mi sien. Cada vez iba notando la existencia de mis brazos y piernas... Un momento. Si podía sentirlos significaba que no había muerto... ¡No había muerto!

Abrí los ojos pausadamente mientras inspeccionaba la habitación en la que me encontraba. La enfermería.  No es que hubiera estado muchas veces, pero conocía cada mínimo detalle que había aquí. Intenté moverme para ver o incluso tratar de levantarme, pero unas manos me lo inpidieron.

- No lo hagas... Solo harás que te duelan más las articulaciones...- giré la cabeza para ver de quién era la voz. De Taylor era imposible, la reconocería a un kilómetro de distancia, dado que siempre he sido su amiga.

Era Demon, que me miraba con cara de preocupación y enfado.

- Está bien... Puedo levantarme ya...- lo intenté de nuevo, pero él me tumbó de nuevo.

- ¿Pero qué te pasa?- le pregunté enojada.

- ¿Que qué me pasa a mí? ¡Te recuerdo que has estado a esto de morir ahogada! Si no llega a ser porque y...- se quedó callado. En ese momento me di cuenta de que estaba empapado. Entonces me salvó él...

- Gracias.- le dije.

- ¿Por qué?- preguntó con gesto confundido.

- Por salvarme.

- No hay de que.- refunfuñó.

Taylor apareció con una cara que reflejaba toda la preocupación del mundo en ella.

- ¡¡¡Lyss!!! ¿¿Cómo estás?? ¡¡Me has dado un susto de muerte!! ¿No te ha pasado nada? ¿Ninguna lesión ni ningú...?

- ¡Tay! ¡¡Tay!!- le corté. Estaba histérico.- No, estoy bien. Relájate un poco, estás bastante estresado.

- ¡¡Lys!! ¿¿Por poco te ahogas y me dices que estoy estresado??- me abrazó.- Tonta, me has dado un susto de muerte...

- Bueno... Ya todo está bien.- me levanté, al fin, sin que nadie me tirara de nuevo a la camilla.- Creo que me iré vistiendo para la excursión de esta tarde...

- ¿Estás loca? ¡Acabas de salir de la enfermería!- exclamó con indignación Taylor, mientras Demon ponía mala cara.

- No... Y que sepas que nada más vamos a ir a la ciudad que hay un par de kilómetros más adelante de este desolado internado, no a Nueva Zelanda.- comenté, a lo que Taylor suspiró.

- Está bien... Pero a la mínima que notes que te encuentras peor me lo dices, ¿vale?- sonreí como respuesta.- Bueno, venga, vete a cambiar entonces... Es bastante tarde.

Me fui de aquella habitación que tanto odiaba... No sé cómo me las apañaba, pero siempre acababa en la enfermería de algún modo...

Me cambié lo más rápido que pude, sin tener en cuenta lo que me ponía... Dudo mucho que tenga bastante sentido de la moda...

Ya en el autobús, Taylor se sentó junto a mí, mientras hablaba de cualquier cosa sin sentido, como podían ser los videojuegos, el ordenador, la ropa, el deporte, mientras yo asentía sin tener ni idea de qué me estaba hablando, más que nada porque no le escuchaba.

- ¿Lyss? ¿Me escuchas?- preguntó.

- ¿Eh? Sí, claro...

- No lo estabas haciendo, ¿verdad?- inquirió, mientras yo, con una pequeña sonrisa inocente, negaba con la cabeza.- Te estaba diciendo si vas a querer algo del Starbucks.

- Eh... Bueno, aunque no traigo dinero...- repliqué, mirándome los bolsillos, esperando que de alguno de ellos saliera un mísero dólar, aunque con eso no iba a hacer mucho...

- Tranquila, te invito yo.

- Gracias... Pero no tienes que hacerlo si no quieres...- él sonrió lleno de felicidad.

- Lo hago encantado.

Llegamos a nuestro destino: una ciudad bastante grande, donde la directora, junto con las cocineras iban a ir a comprar para alimentar a no sé cuántos niños había en el internado. Mientras, a los demás alumnos nos dejaban dar una vuelta por allí, con la condición de que debíamos estar de vuelta en el autocar en unas 4 horas.

El segundo lugar al que fuimos fue al parque. El primero... el Starbucks... Sinceramente hacen unos smoothies que están mejor que en otra parte del mundo.

El parque estaba desabitado. ¿Sabéis esa sensación de que hay algo extraño en un lugar, pero no lo puedes ver, solo sientes escalofríos y tu cerebro te dice que algo pasa aquí? Pues eso mismo es lo que me pasaba a mí con este lugar. Y qué decir que el parque estaba al lado de un cementerio...

Taylor, sin embargo, disfrutaba con los lugares lúgubres y penunbrosos... Y las películas de miedo, al contrario que a mí. Siempre las había odiado, porque en cierto modo, me recordaban a como iba a terminar la historia de mi vida...

Sentada debajo de un árbol divisé a una chica rubia mirándome fijamente. No podría tener más de 18 años... Y tenía algo: una mancha de sangre en el vestido blanco que llevaba. Éste parecía del siglo XX.

- Tay...- le llamé en un susurro.- ¿Por qué esa chica está ahí?- él siguió el camino de mi mirada, y frunció el ceño.

- ¿Qué dices, Lyss? No hay nadie allí.- contestó con seguridad, haciéndome volver a mirar. Y en cierto modo no había nadie... Había desaparecido en una milésima de segundo. Me di la vuelta y me la encontré a centímetros de mi cara. Me asusté tanto que pegué un grito ahogado.- ¿Estás bien?- me preguntó Tay con inmensa preocupación. Le dediqué una mirada de "Pero si está en frente de mí la chica", a lo que él me siguió mirando confundido.

- No puede verme.- habló por primera vez la pequeña chica rubia de ojos aguamarina.- No te molestes.- le hechó un vistazo a Taylor.- Vaya... ¿Quién es?

- ¿Quién eres tú?- ella se dio la vuelta para volver a ver mi cara, mientras Tay fruncía el ceño.

- ¡Oh! ¡Qué descortes por mi parte! Mi nombre es Cassie. Tú por lo que veo eres Lyss.

- ¿Cómo... cómo sabes mi n...?

- Lo he oído antes, de tu amigo Taylor.- comentó mientras sonreía. Parecía una bailarina con esa cara y ese vestido. Era tan... guapa.

- Lyss.. ¿Te pasa algo?- me preguntó él, intenando ver con quién hablaba.

- Ehh... No. Hablo sola. No pasa nada.

- Estoy aquí para ayudarte.- dijo ella, haciendo caso omiso del comentario. La miré intentando pedir una explicación con los ojos, a lo que ella rió.- ¿Qué por qué?- asentí.- Porque la has cagado pero bien.

viernes, 21 de mayo de 2010

Capítulo 4

Trigonometría a primer hora... Por si el día no empezaba bien, así lo rematábamos. El profesor se encontraba ya dentro del aula cuando entramos Taylor y yo.

- Señor Williams, señortia Morgan, me alegro que hayan decidido finalmente venir.- comentó, mientras unas risitas se producían en la habitación. Esto pareció complacer al profesor Moone, quien, con una sonrisa, comenzó a dar clase. No me hacía falta atender. Me sabía todo lo que decía de memoria. No sé por qué, la verdad. Odiaba esa materia pero sacaba dieces; sin embargo, Taylor no tenía la misma suerte. Al pobre no se le daban bien la trigonometría.

- Lyss...- me susurró por lo bajo cuando el profesor no se daba cuenta.- ¿Qué tienes en el último ejercicio?

Miré mi archivador. Unas hojas sueltas con diferentes símbolos matemáticos y... el último ejercicio era de teoría, más o menos.

- La x es cero.- contesté. Él miró a su hoja, y a continuación a mí con el ceño fruncido.

- ¿Por qué? Yo tengo que es igual a 3 y la y=0.- dijo confundido.

- Porque la P se encuentra en el eje Y, y por tanto, la x vale 0. Si se encontrara en el eje x, sería la Y la que valdría 0.- siguió mirándome sin entender, mientras yo me encogía de hombros.- A ver... Lo que tienes que hacer es m...

- Señorita Morgan - me llamó el profesor, mientras yo giraba de mi cabeza para pasar a ver la mirada furibunda que tenía el profesor Moone-, ¿Ocurre algo?

- No.

- ¿Entonces por qué en vez de atender en mi clase se dedica a mantener charlas demasiado interesantes con sus compañeros? ¿Es que acaso ya sabe hacer lo que estamos dando?- estaba tentada a contestar que sí, pero en vez de eso prefería callarme.- Oh, claro- prosiguió, dándome su típico discurso de todos los días-, creo que ya comprendo todo. Y dado que usted, señorita, es tan inteligente y sabe todo acerca de las dudas de sus compañeros, resuelva este ejercicio.- le miré pensando: "¿Está usted bien de la cabeza?"- Vamos, no tenemos todo el tiempo del mundo para que estés sentadita mirando el tendido. Levántese.

Fui hacia la pizarra de mala gana, mientras él planteaba el problema a la clase. Me dio una tiza, y, sin ningún esfuerzo, comencé a escribir fórmulas geométricas. A-B/A+B= tg 1/2 (A-B) / tg 1/2 (A+B). Simple. La fórmula de la regla de la tangente.

- Los lados miden 12 y 15 cm, y el ángulo 45º.- contesté, tras resolver el problema. El profesor me miró atónito.

- ¿Cómo... cómo lo has conseguido tan rápido?- preguntó.- Te debería haber llevado más tiempo...- balbuceaba.

- ¿Puedo sentarme ya?- pregunté. Él tan solo asintió, mientras ojeaba una libreta que tenía cerca con los resultados.

Todos me miraban impresionados, y Taylor, nada más sentarme me dijo:

- ¿En serio cómo lo has hecho? ¡Era un problema dificilísimo! Casi ni siquiera el profesor lo sabía. Mírale.- lo hice. Él estaba pasándose las manos por el pelo con nerviosismo, mientras inspeccionaba rápidamente un libro extraño. No lo había visto antes.

- No sé cómo lo he hecho, ¿vale? Simplemente sabía que esas eran las fórmulas correctas y que daba como resultados esos números.

- Madre mía... ¡¡Es alucinante!!- murmuraba con alegría.- Tengo un cerebrito como amiga.

- Ehhh.- repliqué indignada.- No soy un cerebrito.

- En serio, debes de enseñarme...

Sonó el timbre, cosa que, por primera vez en mi vida, me alegré de oír en estos instantes. La siguiente clase era natación. Odiaba nadar... primero, y más importante, porque no sabía. No había tenido unos padres demasiados mimosos conmigo, ni tan siquiera me habían enseñado a hablar, ni a nadar...  Por lo que a lo único que me limitaba en la clase de natación era a ponerme en un rincón e intentar que no me descubrieran, lo que colaba la mayoría de las veces. Otras, me inventaba excusas como que no había traído bañador, me dolía la muñeca...

Me puse el bañador, el cual era en tonos azulados, y con un grabado del nombre del colegio en el tirante derecho. Únicamente ponían las letras AM, que significaban After Midnight. Este nombre tenía una explicación, por supuesto. Los albañiles de este internado se tiraron construyendo este edificio 3 años sin parar, ya que antes no se tenían los mismos recursos que ahora, y, cuando acabaron, lo celebraron con una fiesta a la medianoche. Y de ahí el nombre After Midnight.

Me encontré con Taylor dentro de la piscina. Había mucha más gente deseosa de darse un baño, por lo que me fui a un rincón y me senté en unas sillas que había allí.

Un profesor entró y nos anunció algo:

- Chicos, hoy el profesor de natación no ha podido venir, por lo que dedicaréis esta hora a tiempo libre. Vamos, podéis bañaros si queréis.

Todos comenzaron a tirarse en bomba y placha a la piscina muy contentos, mientras yo simplemente les miraba.

Pasó un buen rato hasta que unos chicos de la pandilla de los "populares" se acercaron a mí. Les ignoré.

- ¿Por qué nunca te metes en el agua, niña? ¿Es que acaso la tienes miedo?- dijo uno... Clarck, creo.

- Eso no es asunto tuyo, idiota.- repliqué yo con indiferencia.

- ¿Que no?- repuso él.- Eso ya lo veremos...- les dedicó unas miradas bastante significativas a los demás integrantes del grupo, y un chico... Matt, gritó:

- Cogedla.- entre todos, no sé como se apañaron, me agarraron de las manos y de los pies, e, intencionadamente, me fueron a tirar a la piscina. Intenté buscar a Taylor, y cuando lo vi, estaba corriendo hacia nosotros con preocupación.

- Dejadla. Parad de una vez.- exclamó él, mientras yo pegaba patadas al aire con desesperación.

- Eh, chicos - dijo Matt a los otros cinco que me tenían en brazos-, veamos cómo nada Lyss. 

- Sí, sí...

- ¡Por favor, parad!- rogué, viendo como sus manos se iban separando de mi piel, y como iba cayendo al agua helada.

El contacto del agua con mi piel me puso los pelos de punta. Movía las manos debajo del agua intentando salir a la superficie, pero mis intentos no funcionaban. Finalmente desistí. Total, ¿qué más daba? Si no moría aquí, lo harían cuando el demonio me encontrara.

Lo último que vi fueron unas burbujas en el interior del agua y una silueta cogiéndome como un bebé.

jueves, 20 de mayo de 2010

Capítulo 3

Una figura se abalanzó sobre mí, cayendo al suelo los dos juntos. Cerré los ojos con fuerza intentando que no me doliera el golpe.

Cuando caímos al suelo pude verlo mejor... Era un chico rubio de ojos verdes pálido. Me miraba sorprendido. Pasaron unos minutos hasta que al final decidí romper el hielo hablando, porque me estaba destrozando los brazos...

- Estoo... ¿Me dejas levantarme?- pregunté. Él se apartó rápidamente, como si se hubiera quemado. Me tendió la mano, ayudándome a ponerme de pie. Al cogérsela sentí una corriente eléctrica, no sé si el lo sintió también.

- Demon.- se presentó.

- Lyss.

- Encantado de conocerte, Lyss. Es un nombre bastante extraño, ¿no?- preguntó con un brillo de curiosidad en sus hermosos ojos.

- Sí... Ya yo no lo elegí. Aunque bueno, Demon no es un nombre que muchas personas tengan.- admití.

- Cierto. Es una tradición de mi familia. Mis antepasados se apellidaban Demoninthe, y, como tradición, me eligieron a mí para representarlos.

- Vaya...- comenté admirada.- Suena antiguo... y extraño. Aunque bueno... si yo te contara las tradiciones de mi familia...

- ¿Me sorprendería demasiado?- inquirió él con una sonrisa tentadora.- Prueba a ver.

- Este no es el mejor momento para hablar de ello.- comenté con nerviosismo.

- ¡¡Lys!!- gritó Taylor a mis espaldas. Me giré mientras él corría como loco hacia aquí.- Oh, lo siento. Os he interrumpido.

- Tranquilo, no pasa nada.- contesté yo.- Taylor, él es Demon; Demon, él es Taylor.- los presenté.

- Encantado.- dijeron al unísono.

- Bueno... Sólo venía a decirte, Lyss, que tu hermano ha empezado una pelea con un chico... ehh... Jason... creo.- meditó al final. Bufé mientras ponía los ojos en blanco.

- ¿Su primer día y ya nos está causando problemas? ¡Madre mía!- exclamé con indignación.

- ¿Tienes hermanos?- preguntó Demon. Asentí.

- Por mala suerte... - se me escapó.- Oye, siento no quedarme más tiempo charlando contigo, Demon, pero es que... bueno, ya sabes, lo de mi hermano. Tengo que ir.

- Te acompaño si quieres.- me propuso.

- No, no hace falta. Mi hermano a veces puede ser muy...- intenté buscar la palabra correcta.- Irritante. Nos vemos.

Me marché junto a Taylor mientras él me guiaba hacia el lugar donde se encontraba Nicholas, mi hermano. Siempre había odiado que la gente le llamara por su nombre, al igual que a mí, pero al menos su nombre es algo más común en los Estados Unidos que el mío.

Le encontré sentado mirando al tal Jason con una cara cuya expresión delataba sus intenciones... Sí, deseaba pegar a ese tío con todas sus ganas. Soy su hermana, y a pesar de que intente disimularlo, le conozco demasiado bien, tanto, que a veces hasta me entra la risa. Él me dedicó una mirada de "Me importa un comino que estés aquí y ahora".

- Nick...- comencé. Las conversaciones con mi hermano nunca habían sobrepasado el "Hola" "¿Qué tal?" "Bien", por lo que esta situación no resultaba nada fácil para mí.

- ¿Qué narices quieres, Alyssa?- me entró un escalofrío. Odiaba ese nombre. Lo odiaba con todas mis fuerzas, y encima él me lo repetía cada cinco minutos.- ¿Ver como está tu hermanito mayor? ¿Saber si le ha pateado la cabeza a algún imbécil?- dijo con un tono irónico, y se le escapó una risita.

- No. Aunque habría deseado que por tan solo una vez hubieras sido tú a quién le hubieran pateado el culo.- reproché mirándole a los ojos enfadada. Su primer día y ya estaba armando alboroto... ¡¡Era increíble!! Él se levantó de un brinco y me clavó sus manos en mi piel blancucha.

- Que te quede claro: Nadie, jamás, va a patearme el culo.- repuso entre dientes con una mirada enrabietada. A continuación sonrió como si disfrutara viendo a un pollo ser despellejado.- Sin embargo, a ti pronto te darán una buena tunda... Al parecer, el demonio les mandó otra nota a nuestros "papis" diciéndoles que ya sabía dónde te encontrabas... Espero que no le pilles de malas, hermanita, o puede que la única que salgas perdiendo en este juego seas tú, y únicamente tú.- me dio un golpecito en la nariz con su dedo índice.

- No tienes - repliqué yo furibunda, y entre susurros- ni la más remota idea de lo que es estar en mi lugar... ¡¡¿¿Cómo te sentirías tú, imbécil??!! ¿¿¡¡Me dices cómo te sentirías!!?? Das asco. Y encima opinas sobre mi vida como si a ti te hubiera pasado lo mismo. Pues déjame decirte algo, don soy-el-mejor-en-todo-y-nadie-me-supera... - seguí, intentando calmarme-, tú no sabes nada acerca de mi vida...

Me fui hacia donde se encontraba Taylor, no sin antes fijarme en la mirada de sorpresa que se le quedó a Nick.

Voilà. Le econtré. Estaba sentado en la biblioteca jugando a los videojuegos que había en los ordenadores. En cuanto me vio, dejó lo que estaba haciendo.

- ¿Qué pasa, Lyss?- preguntó con preocupación.

- Me ha encontrado.- dije entre sollozos.- Ha dicho Nick que me ha encontrado...- me abalancé sobre él, abrazándolo, mientras el me consolaba:

- Es imposible. Estamos en la otra parte del mundo. Es Tacoma, es imposible. El mundo es sumamente grande, es imposible que en menos de dos minutos te dé por encontrada.

- Pero lo ha dicho... Nick ha dicho que enviaron un mensaje a mis padres diciendo que ya lo habían hecho... ¡¡Tú me dijiste que no me encontrarían jamás!!- intenté pegarle con los puños en sus pectorales, pero no tenía fuerzas suficientes. Me cansaba solo de llorar.

- Lyss... No te preocupes. Yo te protegeré.

- ¿Cómo?- insté.- Él... él tiene fuerza y poder.... y-y-y... te podría derrotar con solo mirarte...

- ¿Menuda confianza depositas en mí, ehhh?- dijo, haciéndose el gracioso. Sabía que lo hacía para que me calmara y dejara de llorar, pero las lágrimas salían solas de mis ojos.

- No es eso... Simplemente tengo miedo...

Sonó un timbre. Esto quería decir que ahora mismo comenzaban las clases del día de hoy. Fantástico... Un demonio persiguiéndome y yo tenía que continuar como si nada pasase. Aunque bueno... No es que mucha gente se fijara en mi manera de ser... Ni en mí. Simplemente era la chica morena y flaqucha que habitaba en el internado por razones desconocidas desde los cinco años, cuyos padres no visitaban nada más que para traer a su hermano.

El día de hoy iba a ser muuuy difícil...


 



Siento muchísimo no haber escrito antes en este blog, pero entre el ajetreo de los exámenes del insti, y que debía escribir y continuar las historias en los otros, no he tenido nada de tiempo para este. Espero que os guste este capítulo... Comentad, no os olvidéis, plis.
Xoxo
Rose.Twi

 

sábado, 17 de abril de 2010

Capítulo 2

La directora apareció de la nada, y me llamó para poder hablar a solas.

- Alyssa...

- Por favor, llámeme Lyssa.- odiaba que la gente me llamara por mi verdadero nombre.

- Lyssa.- corrigió.- He de informarte que tus padres traerán a tu hermano para que cuide de ti durante un largo periodo de tiempo.- alcé las cejas. Me sorprende que mis padre vayan a hacer algo parecido. Es decir, a ellos nunca les a importado mi seguridad ni mi casi vida.- Creo que se ha empezado a comportar como un completo idiota, según tengo entendido.- ¡Ah! Así que era eso.

- Muy bien. ¿Y yo qué tengo que ver con todo esto?- pregunté con un suspiro astiado.

- Ellos han querido que les recibas tú. Así podrán preguntarte qué tal estás y cosas por el estilo. Están a punto de llegar.

- Vale. Iré. Si eso era todo, me voy a recibirles.

Me fui antes de que dijera algo más. Mis padres eran unos completos imbéciles. ¿Desde cúando querían saber algo de su "hija demonio"? No lo entendía.

En la entrada apareció una limusina de la cual salió mi familia, con trajes de gala. Había una gran diferencia entre ellos y yo. Cualquiera que se enterara de que éramos hermanos no se lo creería. Yo, con unos pantalones vaqueros gastados y rotos y una sudadera rosa que ponía I Love NY con letras negras; y ellos, con sus trajes de Channel y Dolce, y sus peinados bien hechos. Había un gran eslavón entre mi familia y yo.

Ellos, al verme, se sorprendieron, aunque fingieron una sonrisa falsa.

- Lyss, querida. ¿Qué tal estás?- preguntó con su fingida voz de madre alegre.

- Bien. ¿Qué hacéis aquí?- pregunté secamente.

- ¡Oh! Querida. No sabes cuánto sentimos no haberte visitado antes... pero tu hermano... bue..

- No siguas, mamá.- la espeté yo, aunque aún dudaba de su trabajo como madre.- Sé a qué habéis venido. Mi pregunta es ¿por qué queríais que yo estuviera aquí y ahora?

De la limusina salió mi hermano Nick. Su pelo ahora estaba liso y un poco más largo que antes, además de enredado. Me saludó con la mano y me abrazó, y al oído me dijo:

- Espero que el demonio venga pronto y te mate, hermanita.

- Tranquilo, Nick. Si viene me encargaré yo de que te mate conmigo.- repuse entre dientes. Mi hermano siempre taaan agradable.

Nos separamos, y antes de que mis padres dijeran algo, me fui andando hacia el campo del internado.

Mi padre me siguió. Cuando al fin paré para que me dijera lo que me tenía que decir lo antes posible, él me abrazó. Me tensé inmediatamente.

- Lyss... lo siento. Sé que es muy difícil estar en tu situación, y más ahora que tienes 16 años... pero espero que nos comprendas también a tu m...

- ¿Comprender?- me deshice de su abrazo.- Por supuesto papá que os comprendo. ¿Pero acaso lo hacéis vosotros? Poneos en mi lugar durante un solo segundo. ¿Qué haríais si un demonio os buscara como loco para mataros? Dime- me estaba empezando a desesperar.- ¿Qué narices haríais?

- Yo... no lo sé Lyss. Siento muchísimo lo que hemos hecho. No nos hemos comportado como unos verdaderos padres...

- Eso tenlo por seguro.- me marché dejándole con la palabra en la boca.

Caminé por los pequeños jardines meditando y defunfuñando acerca de mis padres. Estuve andando sin rumbo durante aproximadamente media hora, hasta que oí un crujir de ramas detrás mía. ¿Quién sería? Casi nadie sabe de este lugar... es como un escondite personal, más o menos...

viernes, 16 de abril de 2010

Capítulo 1

Era un día de frío otoño en este internado. Yo, Lyssa Morgan, estaba encarcelada en este maldito colegio porque mis padres (en especial mi madre), se habían cansado de mí y me tenían miedo. ¿Que por qué? Porque no tengo alma, literalmente. Ni tan siquiera corazón. Os contaré todo desde el principio.
Hace bastantes años, cerca del siglo XIX, una familia de brujas, es decir, mi familia, hizo un juramento a un demonio a cambio de la inmortalidad eterna, el cual las brujas le entregaban su corazón. A cambio, el demonio acordó que cada primogénita de su familia tendría un corazón que le pertenecería, y que iría a matarla sin ningún tipo de remordimiento.
Y así, la primogénita, es decir, yo, no tiene un corazón ni alma. Siento las cosas, pero con muy poca intensidad. Es como estar medio muerta. Por no decir que cuando mi madre se enteró quería matarme ella misma con sus propias manos. Ella nunca había creído en supersticiones estúpidas, pero cuando en su coche dejaron unas letras griegas grabadas a fuego que explicaban motivos bastante claros del pacto que hicieron mis antepasados, se aterrorizó, y decidió que mandarme a un internado sería la manera correcta de que no me encontraran... ni que ellos pagaran las consecuencias.
Así que aquí estoy, con 16 años, viviendo en un internado en el que casi no me dan ni comer, puesto que mi madre dio órdenes severas de que no me alimentaran mucho, por si acaso. Menos mal que al menos mi padre me quiere algo y les dijo a escondidas que aunque sea me dieran de comer hasta que estuviera algo llena.
Mi mejor amigo se llama Taylor, y es el que más me ha apoyado en todo esto, teniendo en cuenta que es la única persona con la que hablo en este internado. Le conté mi "pequeño" secreto, y se lo tomó mejor de lo que esperaba.
Estaba en el alféizar de la ventana cuando alguien me dio un beso en la mejilla. Taylor. Siempre me trataba como a una niña pequeña.
- ¿Qué pasa, Lyss? ¿Estás de bajón porque aún no has encontrado tu pintalabios favorito?- preguntó con tono burlón.
- Ja-ja.- le espeté.- Sabes que yo no uso de esas cosas. -Se sentó a mi lado y me abrazó.
- ¿Qué te pasa? Ya sé que siempre estás así, pero hoy es diferente...
- Es que tengo 16...
- ¿Y el demonio comenzará su búsqueda, no? Sí, lo sé. Pero no te encontrará. Este internado está perdido en un bosque, y casi nadie que hay aquí sabe tu nombre... Un demonio debería recorrerse todo el mundo para saber algo de ti. Además... no cuentas con una cosa.- añadió.- Los Estados Unidos son grandísimos. Hasta que te encuentre pasarán años, incluso décadas.
- Lo sé... pero no estoy segura de que esto vaya a funcionar.
- ¿Esto?- preguntó él confuso. Le señalé a un collar de plata cuyo dibujo eran unas alas blancas. Frunció el cejo.- ¿Qué es eso? ¿Y para qué sirve?
- Mi padre investigó información del diario de Anastasia, mi antepasada. Supuestamente este collar lo crearon las brujas para evitar que el demonio pudiera matar a sus descendientes... Aunque no estoy muy segura de ello...
- Vaya... Es increíble. Todavía no me lo termino de creer. Me gustaría estar en tu lugar.... - le fulminé con la mirada.- es decir, no en la situación que estás viviendo tú ahora... sino saber cosas de las brujas, magos, etc.
- Pues yo daría lo que fuera por llevar una vida normal... No sabes cuanto.- y continué leyendo Jane Eyre. En cierto modo me gusta saber que hay historias que tienen final feliz... Aunque sé que la mía no lo tendrá. Mi vida terminará en cuanto conozca a mi demonio... A la persona que nos echó esta maldición.